jueves, 10 de enero de 2008

El dejar pasar tanto tiempo antes de volver a tener la suficiente fuerza, ó tal vez, las razones más poderosas para retomar la escritura, ha hecho que en este preciso momento solo tenga miedo, pavor de publicar a no se quienes, algo que solo ha estado dentro de mi, algo mío...
¿Quien lo diría?, ¿yo?, ¿con miedo?, si he sido yo quien abrió puertas a patadas, quien empujó las cosas, quien se arriesgó a todo por el todo. Pero sí, tengo pánico, pues hoy no estan presentes fisicamente mis dos razones de ser, de hacer, de amar...
Este escrito simple, hijos mios, es un homenaje a su memoria, a sus sonrisas, a ese gesto, mi amado Santiago, que hiciste cuando escuchaste mi voz, al arrugar tu naricita... Es querer plasmar en alguna parte, mi amado Juan Diego, el recuerdo que tengo de tus manitas apretando las mias, de la risa dibujada en tu boquita...
Es decirles que los extraño cada día más, que los amo y siempre serán mi luz en el cielo, es pedirles que se porten bien donde estan, que le hagan caso a papito Dios cuando les pida que conecten las estrellas y que no dejen sin luz al Sol... Por favor, en cada silbar de viento que roce mis mejillas, quiero que ustedes esten presentes, tocandome delicadamente, secando mis lagrimas...
Mis pequeños angeles, hicieron toda su labor aqui en la tierra conmigo...
Vinieron, Vieron, vencieron y se fueron... pero se quedarán para siempre en mi memoria.
Con amor,
Mami